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21 marzo 2017

COMUNIONES DE 1996-2017

Todavía recuerdo con mucha nostalgia las primeras comuniones que realicé allá por el año 1996. Que diferencia con lo que se hace actualmente. No sólo por el salto de analógico al digital, sino por todo lo que rodea a estas celebraciones.

Era muy difícil salirse de lo ya establecido. Me daba cuenta de que las fotografías de estudio, que seguían realizándose en interior, con el niño Jesús en brazos, eran las mismas que se realizaban en época de mis padres y eso no me gustaba nada. Me negaba a no evolucionar y quedarme estancada  a otra generación a la cual yo ya no pertenecía. Por eso, empecé a jugar con las luces para no hacer composiciones tan planas. Tuve que escuchar que si me había fallado el flash en el lado derecho al ver que había una sombra a la que nadie estaba acostumbrado...je.

Empecé a poner foco para que el pelo brillara, conos que emitían hilos de luz donde quería destacar algo, filtros de colores, vaselina en el protector del objetivo, en fin, salirse un poco de "lo de siempre", que tanto me chirriaba. A los niños, los descalzaba (esto merece una entrada a parte) le quitaba la corbata y los descamisaba. A las niñas, le deshacía el peinado-moño para realizar composiciones con la melena que tanto juego me daba si la tenían suelta, las maquillaba ligeramente para deshacerme de los marcados coloretes que traían en la cara después de varias horas en la peluquería, las pobres....y también las descalzaba. Todo esto logró dos cosas. Primero, que me comía con patatas  las imágenes innovadoras, pues casi nadie me las llevaba y segundo, que empezaron a ver que había otras formas de hacer las cosas, aunque al no estar acostumbradas no les gustaba en principio. Si, en principio. Porque de aquellas que se echaban las manos a la cabeza, cuando vieron a su hij@ descalzo, despeinad@ o maquillad@, pasaron otras que ya los traían sin zapatos, maquillados y con la melena suelta. Me emociona al recordarlo, aunque no fue tarea fácil y llevó varios años conseguirlo, pero todas las lágrimas y frustraciones contenidas, al final valieron mucho la pena.

Por eso animo a todo el mundo a luchar por lo que creen en un momento dado. No importa que nadie te apoye, si tú crees en ello, tienes que seguir intentándolo hasta el final. Quien renuncia a sus sueños o metas, valores y principios, está renunciando a ser ellos mismos y eso si que es algo que el dinero nunca podrá comprar. Si tienes una idea, llévala a cabo. Cueste lo que cueste. Si crees firmemente en ella, al final saldrá bien. Sólo hay que trabajar mucho, esforzarse al máximo y se consigue llegar siempre, eso, seguro.
 Bueno, después de toda esta chapa, mira que siempre digo, hoy una entrada corta, pero nada, no soy capaz. Decía que, CONTINUARÁ.............

" El pasado llamó a la puerta. El presente abrió y fuera no había nadie"


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