Cuando teníamos agujetas de tanto reírnos.
Nunca teníamos frío ni cansancio.
La calle, nuestra segunda casa.
Los amigos de la pandilla, nuestra familia.
La zapatilla de mamá, la mejor terapia para la tontería, la desobediencia y la personalidad mística.
Cuando el sol, no producía quemaduras.
Cierro los ojos, para recordar sabores y olores. Personas y anécdotas. Nostalgia pura que hacen de mí, lo que soy y seré. Quiero ser, esos recuerdos......